Wednesday, October 05, 2011

El aeropuerto internacional de Atlanta (EE.UU.) -cuyo nombre no sé.


El aeropuerto internacional de Atlanta (EE.UU.) -cuyo nombre no sé- es uno de los más grandes del mundo. Estuve ahí por primera vez cuando tenía 15 años. Tiempo después me sorprendí de no haberme perdido en aquella ocasión. La gente comentaba de tal manera la grandeza del mismo que a cualquiera le daba miedo pasar siquiera por ahí. Esa vez estuve sola; y el recuerdo es un poco más que meramente borroso. Recuerdo haberme subido al tren para dirigirme de un terminal a otro; recuerdo haberme parado sobre la plataforma de las maletas -pues pesaba mucho mi equipaje- y haber sido resondrada por los guardias que estaban ahí -dos mujeres negras muy grandes; recuerdo que mi asiento en el avión fue entre dos hombres blancos muy grandes y anchos -Army por completo. Y ya. No recuerdo más de ese aeropuerto.
Hace unos meses regresé al aeropuerto internacional de Atlanta (EE.UU.) -aún no sé cuál es su nombre; y los recuerdos los tengo mucho más frescos. Hay cantidades inmensas de gente, todo el día, ya en exceso. Las colas para los baños se parecen a las del aeropuerto internacional de Panamá -cuyo nombre tampoco sé- para el mismo servicio. El tren que te lleva de un terminal a otro es el mismo -tal como lo tenía en la cabeza- pero no es suficiente. Incluso dentro de los terminales, las caminatas son interminables. Sin embargo, el gran problema del aeropuerto de Atlanta (EE.UU.) -cuyo nombre no sé- es la cantidad de aviones que aterrizan y despegan de ese lugar. Al comienzo, es bonito verlo desde la sala V.I.P. Me encantan los aviones; por lo que una de las cosas que más extraño de mi universidad es ver los aviones saliendo o llegando al aeropuerto internacional de mi país. Verlos en Atlanta fue genial.... por quince minutos. Luego, se volvió insoportable. Ni bien despegaba uno, ya otro estaba llegando. Ni bien llegaba uno, ya otro estaba en la fila de espera para salir. Y en el cielo, uno venía, el otro se iba, otro cruzaba de derecha a izquierda, y ya otro estaba bajando del cielo. ¡Una cosa de locos! Sí, yo entiendo: es un aeropuerto internacional, uno de los más grandes del mundo; pero todo tiene un límite, la moderación siempre es buena. Terminé alejándome de la ventana. Terminé prendiendo mi computadora. Terminé odiando el tráfico aéreo. Ya sentía mareos y náuseas. ¡Fue terrible!
La próxima vez que vaya al aeropuerto internacional de Atlanta (EE.UU.) -cuyo nombre no sé-, me subiré al trencito para ir de un terminal a otro, comeré en Friday's y me echaré en el suelo a dormir un rato. La próxima vez que tenga que hacer escala en el aeropuerto internacional de Atlanta (EE.UU.), trataré que sea la más breve posible. A la gente la soporto, me entretiene; pero los aviones acaban con mi paciencia. Me gusta más verlos desde lejos, uno a uno, sin que innunden mi campo visual. Cielo y un avión; cielo y otro avión; pero no cielo y mil aviones.

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